martes, 11 de noviembre de 2014

¿Quién dejó sola a la soledad?

Todos los días, como si de un ritual sagrado se tratase, se hacía la misma pregunta, hasta llegar a obsesionarse. La soledad, ese sentimiento tan degradado y vapuleado injustamente, era el motor de su vida. Insultada en canciones, odiada por los poetas y abanderada de los adolescentes, siempre temida, como un depredador al acecho de una presa magullada y desorientada. Sin embargo, ella le daba otro sentido. La notaba como una presencia reparadora y catártica, una especie de regalo que el tiempo a regañadientes le prestaba. Por ese motivo, se reía de aquellas canciones sinsentido, que cantaban al amor y a los sentimientos compartidos.  




"Algunas veces vivo
y otras veces 
la vida se me va con lo que escribo. 
Algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo 
que te arañe el corazón. 
Luego arrojo mi mensaje, 
se lo lleva de equipaje
una botella... al mar de tu incomprensión. 
No quiero hacerte chantaje
sólo quiero regalarte una canción. 
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza sobre el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama... soledad".


Joaquín Sabina "Que se llama soledad"