lunes, 29 de febrero de 2016

La Veyeza. La beyeza. La velleza.


"Esta flor vivirá pocos días, Platero; pero su recuerdo ha de ser eterno. Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi vida. ¡Ay! ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, a cambio de esta flor divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la nuestra?”


Tiene muchos días de lluvia, y generalmente a partir de determinadas horas de la noche no encuentras a nadie en la calle. No tiene grandes monumentos, tampoco una historia de grandes emperadores o brillantes pensadores, nadie le ha compuesto una canción, y  ni siquiera tiene una Plaza Mayor o un halo místico rezumando por los rincones.

No tiene nada realmente bello aunque encarna la Veyeza.

Porque cada vez, con mayor claridad, me doy cuenta de que la verdadera belleza de las cosas reside en los ojos de quién las mira. Y yo, pese a tus luces y mis sombras, te observo con los ojos embelesados, inyectándome tu aroma para sentirme viva.







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