Y se fue volando, como una pequeña mariposa, frágil y gris,
que busca su sol y, cegada por la luz, pierde el rumbo.
De vez en cuando recae, y se posa en la repisa de alguna
ventana, para que cualquier niña, maravillada, intente tocar sus alas. Pero
generalmente, eso sólo son ensoñaciones, no existe tal repisa, ni tal niña,
pero la mariposa cierra los ojos, notando como los dedos pasan por sus alas. Le
gusta sentirse especial, al menos en sus recaídas.
Pero a las niñas con vestidos rosas no les gustan las mariposas
con alas grises, son demasiado tristes para ellas, prefieren a las grandes
mariposas de alas púrpuras o doradas.
Pero a las mariposas grises les suelen gustar las niñas con
vestidos rosas, les hacen sentir importantes, y el vivo color de sus vestidos
contrasta con sus alas oscuras. Son ingenuas, soñadoras y vivas, porque no
suelen cejar en su intento de llegar al sol. Así que salen volando…

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