lunes, 14 de mayo de 2012

Que si el barco se hundiera, yo sería el capitán.


Y se fue volando, como una pequeña mariposa, frágil y gris, que busca su sol y, cegada por la luz, pierde el rumbo.
De vez en cuando recae, y se posa en la repisa de alguna ventana, para que cualquier niña, maravillada, intente tocar sus alas. Pero generalmente, eso sólo son ensoñaciones, no existe tal repisa, ni tal niña, pero la mariposa cierra los ojos, notando como los dedos pasan por sus alas. Le gusta sentirse especial, al menos en sus recaídas.
Pero a las niñas con vestidos rosas no les gustan las mariposas con alas grises, son demasiado tristes para ellas, prefieren a las grandes mariposas de alas púrpuras o doradas.
Pero a las mariposas grises les suelen gustar las niñas con vestidos rosas, les hacen sentir importantes, y el vivo color de sus vestidos contrasta con sus alas oscuras. Son ingenuas, soñadoras y vivas, porque no suelen cejar en su intento de llegar al sol. Así que salen volando…




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