Recorrí tus rincones con avidez, dando vueltas y perdiéndome
en los mismos círculos una y otra vez. Sentí el aroma a cerveza, a resignación
en taburete, a cantos de sirena. Y me dejé llevar.
Y un tiempo después, me doy cuenta de lo importante que
fuiste.
Fuiste Zúrich, pecho desgastado, mantequilla de cacahuete,
ribera, isla abandonada, ferry, Adéle, castillo cerrado, cebada, oveja, luces
moradas, cuchillo en el cajón.
Fuiste guitarra, xilófono, banjo, violín; a la vez y a todo
volumen.
No eras verde, sino arcoíris;
No eras noche, pero amanecer;
No eras incertidumbre, nada más que libertad;
No eras miedo, eras redención.
Eras yo hecha ciudad.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe llevarás a Gallway algún día, querida Kunta?
ResponderEliminar